El espolón calcáneo es una prominencia ósea que se produce por una calcificación en el talón. Su nombre es exostosis, un crecimiento excesivo benigno del hueso. Es un trastorno muy común que puede sufrir el 25% de la población. Se puede producir por sobreentrenamiento, exceso de estiramiento de la fascia plantar, por calzados inadecuados o por pasar demasiado tiempo de pie. Suele aparecer con la edad y también por sobrepeso o por realizar movimientos bruscos con el pie, por pie plano o por pie cavo valgo, trastornos todos relacionados con la fascia plantar. Se puede dar, en general por cualquier condición que produzca un exceso de tensión en la fascia plantar.
La calcificación se produce en estructuras como los tendones, cercanas al hueso. El espolón calcáneo se da cuando aparecen calcificaciones en el tendón de Aquiles y en la inserción de la fascia plantar, una parte blanda que soporta el arco plantar. Estas calcificaciones se producen por el depósito de calcio desde los vasos sanguíneos a la inserción del talón de Aquiles, un método biológico para corregir las lesiones que se producen cuando la fascia plantar se separa del hueso.
La calcificación en sí no produce síntomas pero si la fascia plantar (que recubre los músculos de esta parte del pie) se inflama, produce dolor en la parte interna del talón al pisar, aunque el dolor puede aparecer también en otros puntos. También pueden aparecer inflamaciones en el área del talón.
Para diagnosticar el espolón calcáneo se recurre normalmente a una radiografía lateral del calcáneo. Al igual que en el pie valgo, a partir de los cinco años de edad ya se puede considerar si un niño puede sufrir este trastorno, y a estas edades es relativamente fácil corregir y ayudar a un correcto desarrollo de la pisada del niño.
Normalmente al paciente lo que le interesa es tratar la fascitis plantar, ya que en sí el espolón no produce molestias, pero es justamente el tratamiento de la fascitis plantar lo que puede evitar el espolón calcáneo. El dolor suele ser más intenso por la mañana, durante los primeros pasos del día.
El tratamiento puede consistir en plantillas podológicas a medida que elevan el talón, descargando así la presión sobre el mismo y repartiendo los apoyos. Es importante llevar a cabo para ello un estudio biomecánico de la pisada y de la huella.
Para evitar el dolor y la inflamación se puede recurrir a antiinflamatorios locales de tipo esteroideo y analgésicos.
Existen muchos ejercicios para aliviar la tensión y disminuir en parte el dolor que consisten en pequeños estiramientos. También existe una solución quirúrgica, y en cualquier caso es recomendable consultar a un médico o fisioterapeuta.
Dado que es una condición muy común, es recomendable para todos los deportistas y personas que no pueden sentarse en su trabajo el uso de unas plantillas para evitar dolores y lesiones en la fascia del pie, dado que las plantillas a medida ayudan a repartir los apoyos y equilibrios de la pisada.